domingo, 1 de junio de 2008

Lou Reed

Escuchando "A walk on the wild side" tienes ganas de pasarte al lado salvaje de la vida. Esa voz como apagada e intimista te seduce desde ese otro lado para que te unas a ella, y esa es la voz de Lou, que le canta a los travestis, a las groupies y a los junkies. Ahora han pasado los años y el fundador de la Velvet Underground se ha vuelto más comedido; si interpreta "Heroin" o la magnífica "A Perfect Day" se vale de los recuerdos, por lo menos según lo que comentan los que coincidien con él. Pero aun así sigue teniendo ese halo carismático de chulo irredento que fascinaba en los 70. Tendríamos que volver a escucharlo, o escucharlo más. Para mi sigue siendo el mejor; caminó en la insegura cuerda floja hasta llegar a la azotea firme de su vida; por el camino quedan adicciones a todo lo habido y por haber, el cuerpo palillo por el caballo de la muerte y esa chupa de cuero que mantuvo aun cuando el hippismo era moda y los adolescentes vestían de colores como los de ahora visten de b-boys. Es un músico de los que salen una vez cada mil años, pero sobre todo es auténtico. Tuvo la suerte de que Warhol los vio actuando, se maravilló con ellos y les clavó a Nico en el escenario, pero la diva sólo acoplaba su voz en "Femme Fattale"; las canciones de Lou las tenía que cantar él mismo, sino qué significado tenían. Más tarde se bajó del vagón varado que siempre fuera la Velvet, saltando al vacío pero acompañado de otros genios como Bowie o Iggy Pop. En fin, que aun alucino escuchando las canciones del sesentón.