domingo, 2 de marzo de 2008

Sherlock Holmes

Sherlock Holmes ha venido a Betanzos para morir: un sir de mente preclara que habita en miles de libros ha marcado su último destino en el mapa con una cruz roja.

Hace ahora tres semanas Watson había entrado en el 221B de Baker Street para comunicarle a su amigo que se marchaba a una isla samoana con su mujer para hacer más llevadera la molesta herida que arrastraba del Afganistán. Holmes había abrazado de corazón a su único compañero de fatigas, con los ojos vidriosos, conociendo que hasta ahí había llegado: Watson era para él como Julio Cortázar para la Maga.


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